El 6 de agosto del 2020 y en plena pandemia se constituyó el Consejo de Desarrollo Urbano de Los Ríos. El primero en conformarse bajo la modalidad telemática. Una de las entidades que lo conforman es el Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile (UACH) y de la Red UREx.
La red UREx es un proyecto alojado en el Laboratorio de Sustentabilidad y Cambio Global, del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la UACH, que reúne a nueve ciudades, siendo Valdivia la única de América del Sur.
Su representante en el CDU, la arquitecta Javiera Maira, nos dio un tiempo para conversar extensamente sobre sus anhelos para la región, la responsabilidades de las urbes en el cuidado del medio ambiente, los objetivos urbanos a trazar en Los Ríos, sus expectativas sobre el funcionamiento del CDU y su optimismo ante una descentralización efectiva y cambios en la constitución.
¿Qué importancia para la descentralización del país tiene la formación de los CDU en cada región (especialmente en Los Ríos) y la incorporación de la academia y otros actores en este espacio?
La descentralización invita a los territorios a reflexionar sobre los procesos de desarrollo y los modelos de gestión desde otra perspectiva. Si bien se sueña, planifica o proyecta desde las identidades locales, valores, atributos, restricciones, en general nuestro quehacer es resultado de lógicas con baja autonomía, instrumentos nacionales y alta dependencia del nivel central, lo que afecta o determina la forma en que nos desarrollamos y finalmente resultamos ser, como territorios. Pese a eso, soy optimista que la ley y el fortalecimiento de las regiones desencadenarán la descentralización. Una vez iniciada, solo debiera avanzar.
Los Consejos de Desarrollo Urbano deben ser instancias constructivas de ese proceso, con propuestas, reflexión y articulación, sobre todo entre los distintos actores. La academia tiene un rol muy relevante en la región, participando cada vez más de espacios de articulación público, privado y social. Quizá es deseable que en su involucracamiento siga avanzando, poniendo a disposición los resultado de la investigación, y sobre todo coordinando cuales son los temas que el CDU requiere profundizar o apoyar con nuevos saberes, evidencia científica y práctica.
La academia también tiene un rol de divulgación hacia los otros actores de la sociedad, el sector privado y social, facilitando en muchas ocasiones el debate y la posibilidad de acuerdos. Espero que los CDU sean espacios diversos, inclusivos y abiertos, con capacidad de conducción, de aprendizaje y colaboración mutua entre los actores que se han mencionado.
¿Cuáles son a tu parecer los desafíos que tiene el CDU Los Ríos en la planificación de las ciudades?
Debatir, dialogar y establecer ciertos acuerdos y principios del cómo debemos planificar nuestras ciudades, para avanzar definitivamente en mejoras en la planificación, ya que hoy está muy debilitada, es poco integrada y manifiesta baja relevancia del espacio urbano. Entendiendo que en esta región, esa urbanidad, o espacios urbanos responde a particularidades desde una relación bastante imbricada con lo natural y niveles de ruralidad.
Creo que las ciudades de región nos sentimos bien hermanas en el sentido que no somos metrópolis, y no aspiramos a serlo. Los Ríos tiene un sistema de ciudades, con una primacía de la capital (Valdivia), luego un grupo de ciudades menores con ciertas dinámicas de crecimiento que han logrado avanzar en términos de nivelar ciertos déficit en materia de bienes públicos y/o vivienda, y otro grupo de ciudades de menos tamaño, que pierden población, y van quedando rezagadas.
Los Ríos debe reconocer esa diversidad y apoyar en una lógica de red la articulación de las ciudades, relevando en primera instancia que son el principal lugar donde la población vive, y que precisamente por su escala representan oportunidades para re conducir procesos de planificación, que no pueden estar distanciados o desarticulados del paisaje natural.
Esa interdependiente relación entre ciudad y naturaleza, está en la base de su estrategia regional, pero no actuamos coordinadamente desde ahí. Mi aspiración es que las ciudades sean un tema relevante para reflexionar y actuar de forma conjunta, y creo el CDU puede ser el espacio para propiciar ese ejercicio que espero también sea permeable a los distintos actores del territorio, y no solo tema de expertos y de sector público.
En el sentido de lo manifestado anteriormente, un desafío muy presente y que el CDU Los Ríos debiera abordar, es la integración de los gobiernos locales y el fortalecimiento de sus capacidades y/o competencias para la planificación. Si bien hay cambios más profundos que perseguir, como el de los instrumentos de planificación (IPT) por la demora y alcances en su implementación, hoy contamos con una batería de instrumentos que hacen posible planificar mejor. Los buenos ejemplos que vemos en Chile, que se inician desde la voluntad, establecen en primera instancia una visión, en la que persisten y saben utilizar lo que se tiene al alcance para avanzar, con tenacidad y capacidad de gestión.
Todos aspectos que creo que tenemos en la región y sobre todo en algunas comunas para mejorar nuestras lógicas de colaboración, que pueden partir solo conociendo y conversando, y así, ayudar a instalar un deseo de contar con una visión orientadora que impulse la gestión local y, claramente, alimente la conducción y liderazgo regional.
¿Qué oportunidades y aspectos en la planificación de las ciudades consideras que deben estar presentes en la nueva constitución?
Se debate bastante del derecho a la ciudad, como una aspiración mayor, paragua del buen vivir, de mayor equidad y justicia social, en el que los derechos básicos estén inmersos y declarados por cierto (agua, salud, educación y vivienda).
Las esperanzas están muy decididas en la equidad, la inclusión, la dignidad, el desarrollo regional y la justicia territorial. Todo ello tiene expresión en la planificación, por tanto en los territorios que habitamos. Las crisis que estamos viviendo han sido claras en instalar que los problemas son urbanos, del modelo de desarrollo, donde la sociedad, la ciudad y el territorio son un reflejo.
Sin embargo, la variable ambiental o de entorno no se plasma tan transversalmente en los debates y más bien aparece como interés de ciertos grupos. Poner en el centro de la planificación la crisis ambiental es crucial, y volver una y otra vez a los principios del desarrollo sostenible y las metas de la agenda 2030 es siempre relevante, y espero que en el debate constitucional se haga presente de forma integrada.
Otro aspecto que debe ser transversal es la perspectiva de género. Debemos transitar hacia sociedades inclusivas, integradoras y que vayan reformulando esa herencia patriarcal tan antigua y que tanto daño e injusticia provoca.
Entiendo y comparto la lógica que diferencia e identifica los componentes de la discusión constitucional en cuatro aspectos, valores, derechos, deberes e instituciones. Desde los valores la descentralización y la democracia es el principal, así como la transparencia, la diversidad y la inclusión. Desde los derechos destaco el respeto a la naturaleza y al medio ambiente, a la ciudad, a la vivienda, al desarrollo equitativo, al bienestar. Desde los deberes, el respeto y la tolerancia, y la participación debieran ser aspectos de base.
Los principales desafíos para las ciudades estarán en las lógicas institucionales, el rol de los gobiernos locales, la colaboración, articulación institucional multiescalar y multinivel, y las formas de avanzar en mayores autonomías regionales y locales.
Hay bastante expectativa en juego, nos ha llenado de esperanza esta oportunidad, espero estemos a la altura y logremos avanzar hacia un chile más justo.
Un total de 8,5% de la superficie de la región de Los Ríos (150 mil hectáreas) está compuesta por humedales. Muchos de ellos conviven o cercanos a urbanizaciones o amenazados por la extensión de las ciudades. ¿Qué relevancia tiene la nueva ley de humedales urbanos y su reglamento? ¿Cómo sumar a toda la ciudadanía activamente en resguardar esos espacios naturales en las urbes?
Si bien la defensa por los ecosistemas y en particular por los humedales, tiene larga data, claramente hay una mayor conciencia en la última década, la que ha impulsado este tremendo logro que es la ley de humedales urbanos. De los más de trece años que vivo en Valdivia he observado y sido partícipe desde diferentes posiciones laborales y personales, de esa evolución, que si bien aún falta muchísimo por avanzar, la ley representa un tremendo paso en el reconocimiento y la posibilidades de acción concreta sobre los humedales, donde claramente la conservación es la principal.
Las felicitaciones son para el mundo social, quienes empujaron el cambio legislativo y siguen forzando cambios reales, siendo críticos de las meras declaraciones o solo buenas intenciones. También, valoro la gestión política de haber atendido de forma responsable la demanda, con una ley, que es breve y simple en su texto, pero compleja y transformadora en su aplicación. El reglamento es así mismo un instrumento que abre posibilidades para un mejor hacer. Empuja a la incorporación de los espacios naturales en la planificación, y obliga a una mejor coordinación en el gobierno local.
Espero que el reglamento apure a los municipios en su implementación. Por un lado, en materia de aquello que define en la lógica de criterios mínimos, en el sentido de resguardar las características ecológicas y funcionamiento, mantener el régimen hídrico y hacer un uso racional de los humedales. Principios que implican tomarse las tareas con urgencia y en serio, con la conducción y coordinación de servicios públicos, sector privado, fomentando la educación social y una cultura que permita intervenciones sin costos irreversibles para el sistema urbano-natural.
Por otro lado, están los criterios para la gestión y la gobernanza, los que nuevamente fortalecen el quehacer intersectorial, empujando el liderazgo del nivel local. La información siempre es el nivel básico y debe estar asegurada para un mejor diálogo.
Los humedales son un espacio de defensa social, precisamente por la amenaza a la que están expuestos, el abandono y postergación que han sufrido, y hoy son espacios de controversia y tensión. Considero que el criterio de gestión adaptativa y manejo activo de los humedales debe ayudarnos a buscar soluciones híbridas cuando se requieran con objeto de aumentar su capacidad de adaptación y mitigación al cambio climático.
Por último, el reglamento también considera la educación, la formación y la investigación, donde volvemos a la importancia de la participación de la academia, que cobra más valor o es más efectiva cuando se logra integrada con los más diversos agentes sociales (establecimientos educacionales, organizaciones de base, empresarios, políticos, etc).
Respecto del involucramiento ciudadano, en particular en Valdivia, hay grupos muy organizados y con alta capacidad de gestión y persistencia, que no por lo mismo requieren de menos apoyo. Sin embargo, la ciudadanía menos consciente o involucrada requiere de experiencias, de vivencias que le permitan internalizar una mirada distinta hacia los humedales y el sistema natural, que en el caso de esta región, forman parte de la ciudad.
El reglamento empuja a generar esas experiencias con acciones pequeñas y grandes. Clave es comenzar con medidas factibles en el inmediato plazo, que vayan invitando e involucrando a nuevos ciudadanos. Ejemplos aún hay poquitos, pero se empieza a mover una inercia que penetra en los servicios públicos, aunque creo nos falta mayor involucramiento y relacionamiento con el sector privado.
Desde el trabajo que desarrollamos en Valdivia, y lo que hemos aprendido en la red UREx, nuestro propósito es impulsar soluciones basadas en la naturaleza, en ese sentido el reglamento obligará a re prensar y reformular los diseños de infraestructura por ejemplo.
¿Cuánta responsabilidad tiene las ciudades (la vida que hacemos en ellas) frente a la crisis ambiental que enfrentamos y qué cambios debemos impulsar a la brevedad?
¿Las ciudades o las sociedades que las habitamos? Creo que en el debate urbano coincidimos que una es sin la otra. En general, los cambios impulsados en las ciudades para paliar las crisis, principalmente sociales y económicas, han tenido un principal foco en la inversión en infraestructura y obras, en algunos casos, con importantes montos de inversión, sin embargo, los aspectos “blandos”, es decir aquellos que permiten los cambios de conductas y comportamientos, no so relevados, e incluso no tienen financiamiento.
Seguimos en Chile con una disociación práctica entre lo físico y lo social, agravado con la lógica sectorial, donde hay ministerios que se ocupan de las obras y otros de las personas, dicho de forma simplista, estos últimos además con lógicas bastante asistencialistas. En ese contexto, siempre está la oportunidad y rol de los gobiernos regionales, y por sobre todo, los gobiernos locales, de poner a su servicio el aparataje sectorial, bajo miradas integradas del territorio y la ciudad.
En materia ambiental la situación es menos feliz, porque la inversión ha sido y es bastante menor. El Ministerio de Medio Ambiente y las unidades municipales que se ocupan del medio ambiente, son los hermanos pobres de la administración pública. Ahora las oportunidades pueden estar en aquellos cambios que están en curso y que obligan o fuerzan al trabajo conjunto y coordinado, por ejemplo, al alero de las CORECC, donde no solo se debe relevar ciertas necesidades y mejoras en la inversión en materia ambiental, sino aquellas gestiones de coordinación y la posición de lo medio ambiental como aspecto transversal de políticas y acciones en las ciudades.
Dentro de los cambios en el corto plazo, reitero la relevancia de adecuar o radicalmente incorporar en los términos de referencia de los diseños, criterios que aseguren mejor respuesta de adaptación y/o mitigación a los efectos del cambio climáticos, como así la gestión de riesgos de desastres. Las medidas para la conservación de ciertos espacios naturales que prestan servicios ecosistémicos también es súper relevante y claramente todo lo vinculado al agua.
En síntesis, fomentar el trabajo con las personas para el cambio de prácticas, mejorar los diseños para que sean más resilientes, por ejemplo a través de soluciones basadas en la naturaleza o la infraestructura verde o híbrida, y usar las instancias de coordinación regional y local existentes con objeto de entender lo ambiental como la dimensión clave para nuestra subsistencia, y por tanto de las ciudades y de las sociedades.
La pandemia trajo consigo otra crisis que es la económica. En esta necesidad de retomar puestos de trabajo y dinamismo ¿Cómo asegurar una reactivación económica sustentable y qué puntos deberíamos acelerar en esta tarea?
En algunos espacios de conversación y debate hay consenso de que la reactivación debe ser sostenible, resiliente e inclusiva, con perspectiva de género y atendiendo la diversidad territorial y cultural. Se observa que las medidas anunciadas para la reactivación económica tienen como principal foco la mano de obra, y por tanto volvemos a observar como se estructuran principalmente sobre la base de obras de infraestructura y construcción de nuevas viviendas.
Hace sentido y alarma cuando escuchamos a expertos de organismos internacionales que indican a Chile entre los 3 países más afectados de la región (LAC), y que a junto a la población entera y sobre todo a los sectores más vulnerables y la tremenda clase trabajadora, la crisis ha afectado principalmente a los gobiernos locales o subnacionales, con disminución de ingresos fiscales por sobre el 25%, con aumento del gasto y la responsabilidad ante la emergencia y dificultades de operaciones. Donde alrededor del 80% de las empresas son pymes, con escasos ahorros y limitada capacidad para enfrentar el parón prolongado que se ha vivido, ha habido una rápida destrucción del empleo y dificultad de acceso a bienes y servicios básicos.
En el complejo escenario, se dice de la importancia de la generación de datos, para proyectar escenarios, como así de la trasparencia y de la claridad en la comunicación, también de la necesidad de adaptarse a medida que la situación va evolucionando. Comprendidos los impactos, las recomendaciones indican priorizar acciones que mejoren la resiliencia, que entiendan que estamos ante un futuro incierto y que hay grandes perjudicados. Se abre entonces una diversidad de sectores y actividades que requieren asistencia.
Quiero seguir convencida en la urgencia de catalizar el desarrollo sostenible para la recuperación, y entre los tipos de inversión que se dice deben ser impulsadas, están las infraestructuras verdes, la adaptación para la eficiencia energética, la educación y la capacitación, el desarrollo del capital natural y la investigación y desarrollo de economías sustentables. La digitalización es claramente otro sector que ha cobrado relevancia e invertir o apoyarla es también un camino para aumentar la productividad y la resiliencia de las economías locales.
Consciente de nuestras dificultades para la implementación de muchas de las recomendaciones internacionales, como el marcado centralismo y baja autonomía fiscal, siempre hay que destacar lo posible y los avances. Hay mucho aprendizaje local e iniciativas que empujan hacia algunas de esas indicaciones, varias sustentadas en la solidaridad y la cooperación, otras en la innovación. Siempre una buena combinación es la victoria rápida con aquello que toma más tiempo (largo plazo), focalizar los subsidios en aquellas fallas del mercado e integrar las lecciones de lo que llevamos de crisis para mejorar ante las próximas.
Valdivia destaca por tener buenos índices de desarrollo urbano, por sobre la media del país, sin embargo, enfrenta otros desafíos como el déficit habitacional, mayor movilidad activa, disminuir la contaminación atmosférica (especialmente durante el invierno) y avanzar a mejores niveles de eficiencia energética. ¿Desde tu mirada qué soluciones observas para enfrentar especialmente las temáticas medio ambientales?
Efectivamente Valdivia destaca en los índices de desarrollo urbano, al parecer sigue siendo un valor la cercanía, la proximidad a bienes y servicios, y claramente el entorno en el cual la ciudad se inserta. Dentro de las brechas está mejorar el acceso a la vivienda, innovar en las formas de construcción teniendo presente la falta de suelo apto, conservar el paisaje y regular la extensión urbana, mejorar la movilidad sustentable, y por sobre todo mejorar la capacidad de gestión urbana y de coordinación para pasar de las oportunidades a las mejoras en la vida de las personas.
Desde lo ambiental, es cierto que uno de los problemas más graves es la contaminación del aire, que requiere no solo mejoras y mayor inversión en eficiencia energética para disminuir el consumo de energía, si no ir transitando a sistemas de energía menos contaminante.
Desde las propuestas físicas y proyectos de infraestructura, insisto en la necesidad de avanzar en soluciones basadas en la naturaleza, y mejorar las indicaciones en los términos de referencia para que puedan atender los desafíos que requiere incrementar la resiliencia urbana.
Claramente ser más enfáticos con planes e implementación de medidas para una movilidad sustentable. La movilidad son materias que permiten ayudar a la inclusión y la equidad. Todos nos movemos, en ciudades de región, incluso usamos los mismos espacios, es importante mejorar el acceso y que sea de formas menos contaminantes, más eficientes y con calidad.
En el sentido de la equidad, los sistemas naturales y de áreas verdes, son también elementos que permiten generar atajos sociales, con una doble función, la medio ambiental. Los humedales forman parte de esa red y me alegro que hoy se tenga mayor conciencia, haya algunos ejemplos de cómo relacionarse e intervenirlos, se avance en la protección, y con el reglamento debiéramos iniciar un proceso de mejora continua.
El resguardo de valores ambientales y la gestión del patrimonio natural y cultural son medidas que nos permitirán la existencia, por lo que son medidas con mirada de largo plazo, que no pueden ser postergadas. Por último reiteraría la necesidad de mejora en el ámbito de la cultura y la educación para mejorar comportamientos y democratizar las buenas prácticas.