Chile aprendió con una marca de dolor y amargura las lecciones de seguridad y prevención de desastres para el terremoto y maremoto de 2010. Por un lado, el país se había olvidado de las consecuencias y efectos del sismo más grande del mundo, del que se tiene registro en 1960, con epicentro en Valdivia, y por otro, Chile, Perú y Ecuador compartían el programa de prevención de maremotos de la UNESCO y poco habían hecho a la noche fatídica del 8,8 en escala de Richter.
La crisis social de aquel momento, con saqueos y violencia urbana, fue sólo una sinopsis del estallido del 18 octubre 2019. Solo faltaba el detonante máximo que revelaría una profunda fisura sociológica.
Los instrumentos que regulan el desarrollo de la ciudad IPTs y la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones con su artículo 2.1.17 que no incluye aún las restricciones de uso de suelo por inundación de maremoto, ni tampoco la amenaza de incendio en la interfaz rural de nuestras ciudades, solo revelan una complejidad legal y burocrática, que no alcanza a reaccionar a los efectos antrópicos y el cambio global climático.
Si queremos aprender del pasado, las dos grandes variables que deberíamos estresar son la Reconstrucción y Recuperación Post desastre. Para muchos, estos dos términos significan lo mismo, no obstante, en el Plan de Reconstrucción de Dichato que emanó del Plan de Reconstrucción del Borde Costero en la región del Biobío (PRBC 18), hicimos esa distinción con énfasis marcados y diferidos.
Según artículos internacionales publicados, Chile avanzó más rápido en términos de reconstrucción y eso porque el Gobierno tomó este desafío como un proyecto de desarrollo, y no como un proyecto político, utilizando la estructura de gobierno dada, sin crear oficinas o unidades externas a los ministerios y servicios públicos. Esto permitió desarrollar el sistema de los “convenios de programación”, en que cada ministerio o unidad de gobierno compromete un flujo de gastos para proyectos conjuntos y con un cronograma acordado. En este escenario los municipios y la comunidad, a través de un sistema de participación social, permitieron perfilar, acordar y priorizar “proyectos detonantes”, que posibilitaron levantar áreas deprimidas económicas y sociales.
En términos de proyectos se logró destinar y relocalizar las infraestructuras críticas sobre la cota 25 del nivel medio del mar, incluyendo seguridad, educación y salud. A través de los convenios de programación se materializaron las costaneras, parques y bosques de mitigación, y repusieron viviendas, calles, puentes, y equipamiento en general
Se conceptualizaron y construyeron dos tipos de viviendas: Anti tsunami y tsunami resistentes. La vivienda anti-tsunami es un modelo regional que es un producto localizado primero en Dichato y Coliumo, para luego expandirse por la costa chilena con el subsidio de vivienda costera, que básicamente consiste en una inversión adicional, para construir una estructura de pilares, tipo mesa, y que permite localizar la vivienda en el segundo y tercer nivel. Una vez que se han modelado los escenarios de inundación, incluyendo las medidas de mitigación, se puede garantizar que la altura de inundación no sobrepasará el primer nivel y la velocidad del agua se escurrirá a través de la pilarización dada sin dañarla.
No obstante estas medidas son más bien de tipo físicas y permiten que, en términos generales, todos los gobiernos puedan reponer infraestructura, edificaciones y equipamientos, y pudiese durar entre 1 a 5 años.
RECUPERACION POSTDESASTRE
En el 2011 la Universidad de Harvard, a través del DARCLAS (David Rockefeller Center for Latín American Studies), creó y desarrolló, en conjunto con el gobierno regional, las empresas privadas, y universidades locales de Concepción, el proyecto “Recupera Chile”.
Si la reconstrucción que es más bien física y corresponde al “hardware”, entonces la recuperación post-desastre correspondería al “software” que permite hacer funcionar el sistema de una manera más global e integrada, y en una segunda instancia podría durar entre 5 a 10 años, o más.
Aquí la comunidad fue clave. Y si bien experimentó un golpe severo en su estructura social, cultural y económica, se trató de hacer surgir, en conjunto con los damnificados, aquellos tipos de actividades propias e identitarias, cuyo emprendimiento les permitieron re-insertase en las cadenas de desarrollo anteriores al desastre, con energía renovada y mejorada.
He aquí la importancia de un diagnóstico de estrés post-trauma, y de un escáner de iniciativas susceptibles de implementar y apoyar, en nuestro caso fue a través de subsidios de Fosis, Sercotec y Corfo. Estas escalaron desde pequeñas actividades económicas de ventas de pan amasado, hasta los grandes restaurantes u hoteles que permiten dar trabajo a mayor número de personas.
Son estas actividades y la re funcionalización del lugar las que logran finalmente el apego necesario y recuperar el sentido de pertinencia perdido, prácticamente borrado por el maremoto.
Por ejemplo, en Dichato se revierte un turismo estacional y estival que iba desde enero a marzo, a actividad turística todo el año. Dichato posee hoy actividades sociales y culturales en un calendario de eventos que le permiten formar un polo de atracciones y conservar así un flujo continuo de servicios de restaurantes y alojamiento.
Se organiza cada verano el festival “Viva Dichato”, que permite afianzar nuevas actividades de comunicación y servicios, que han posicionado la localidad a nivel regional y nacional, haciendo pensar a la comunidad de madera global en las plataformas de futuro para generar nuevos emprendimientos.
En conclusión, según los manuales de emergencia, una vez que se ha abastecido los campamentos o aldeas de emergencia, lo segundo que hay que reponer es la actividad productiva y económica, así como los vínculos sociales y culturales.
En términos críticos, se descuida la recuperación post desastre y deja de lado la salud, la cultura, el desarrollo ambiental, no obstante, la experiencia nos ha indicado que, si queremos crear comunidades resilientes y sustentables, se debe dar el acompañamiento adecuado que permita escalar con nuevos bríos un futuro promisorio para aquellos que lo han perdido todo, mientras el resto de la sociedad se ha desarrollado en forma sostenida y sin interrupciones. Solo así se puede recuperar la calidad de vida perdida y la reinserción social adecuada.
Dr. Ivan Cartes
Coordinador Área Norte PRBC 18
Director del Dp. de Planificación y Diseño urbano
Universidad del Bio-Bio, Concepción