Trabajan codo a codo con los y las dirigentes vecinales. Los apoyan en el fortalecimiento de sus organizaciones y en sus procesos de articulación social, promoviendo el protagonismo de la comunidad. También, los ayudan en la gestión de proyectos urbanos sostenibles, que respondan a las necesidades priorizadas por los vecinos con el fin de mejorar la calidad de vida en los barrios.
Es la Fundación Junta al Barrio, quienes son reconocidos por los y las dirigentes, y en su currículum registran innumerables proyectos que han fortalecido a la comunidad y mejorado el diario vivir de la ciudadanía.
Conversamos con su Directora Ejecutiva y también Consejera del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), Natalia Brauchy, sobre la importancia de la organización vecinal, su rol en el hacer ciudad y la exclusión que viven en el debate técnico.
Entra tanta discusión académica, técnica y de autoridades en ocasiones se deja de lado la mirada del dirigente vecinal, quien vive, conoce y es el cable a tierra de las necesidades, desigualdades o complejidades en la planificación de las ciudades ¿Qué tan importante son ellos/as y cómo ustedes desde la fundación trabajan y establecen una relación al momento de construir barrio y ciudad?
Los y las dirigentes sociales son fundamentales en el desarrollo de los barrios y por tanto en la forma de construir ciudad.
Desde nuestra lógica, establecer vínculos de confianza con ellos nos parece un “desde”, puesto que son ellos quienes conocen de primera fuente lo que ocurre en sus territorios y nos interesa acceder a sus saberes, para empezar a imaginar y construir.
Entendemos que no existen fórmulas mágicas ni pertinentes para todos los territorios; eso sería homogenizar, pero creemos que la participación de las organizaciones vecinales es fundamental para entender las complejidades a las que se enfrentan en el cotidiano.
Cuando las decisiones de cómo construimos ciudad, como planificamos, pasan solamente por una mirada técnica o académica sin considerar a las personas que viven allí, pierden todo sentido. No podemos planificar ni proyectar sin conocer, porque de lo contrario seguiremos diseñando y planificando para revistas y no para generar ciudades más inclusivas.
Uno de los ámbitos de la Agenda Social Urbana es la promoción del compromiso ciudadano en la planificación de las ciudades ¿Cuál es el rol que los dirigentes vecinales pueden tener en la materialización de ese concepto y que tan importante es tener esa mirada en el hacer ciudad?
Hemos pensado hace bastante tiempo que las decisiones sobre cómo debemos construir ciudades tienen que dejar de hacerse desde un escritorio y pasar mucho más al ciudadano, a la vecina, etc.
Nos parece que la frase “la cabeza piensa dónde pisan los pies” hace cada día más sentido. Por lo mismo, es que nos interesa hacer de la participación un ejercicio cercano y cotidiano.
Pero la participación es un proceso y para llegar a realizarlo, hay que tomarse el tiempo de educar, generar vínculos de confianza e iniciar diálogos. La falta de educación cívica y de espacios de participación, han alejado a los líderes de los sectores más vulnerados a sentirse parte de espacios de decisión.
La participación sólo como un ejercicio de consulta para completar un check de tareas para la concreción de un plan o proyecto no genera apropiación, muchos ciudadanos no se siente parte.
Por eso, el compromiso ciudadano se vuelve fundamental, ya que viene a considerar a los dirigentes vecinales en todo el proceso; en la planificación, el diseño, la ejecución y la evaluación de los proyectos y obras que se planifican. Al asumir está mirada, entendemos que se suman complejidades al proceso, sin embargo, nos parece que es la única manera de lograr procesos sostenibles.
Producto de la Pandemia se habla de la ciudad de las proximidades o 15 minutos y esa planificación inevitablemente nos lleva a la escala del barrio ¿Qué tienen por aportar y cuál es la responsabilidad a asumir de los dirigentes en esta mirada? ¿Cómo aprovechar su conocimiento?
Durante este tiempo, la vida de barrio se ha retomado, tanto en la lógica del abastecimiento, como en estrategias de supervivencia. Este último punto lo podemos apreciar al georreferenciar todas las ollas comunes e iniciativas que se están desarrollando en los barrios más vulnerados.
Como institución estamos convencidos que los dirigentes sociales son los que llevan el pulso de lo que ocurre en su barrio y son quienes tienen absoluta claridad de las problemáticas y potencialidades de sus comunidades. En ese sentido, las organizaciones vecinales pueden ser un gran aporte en acercar recursos, servicios y en el desarrollo de diversas iniciativas para apoyar a las familias más afectadas.
Tampoco debemos cegarnos y pensar en una ciudad de los 15 minutos cuando hemos cometido errores garrafales construyendo viviendas sociales en las periferias, viviendas de mala calidad, sin accesos ni equipamiento. Hoy la ciudad de los 15 minutos puede ser un sueño alcanzable para ciertas comunas de Chile, sobre todo de las grandes ciudades, pero existen muchos barrios y comunas donde no es más que una utopía y se deben hacer cambios mucho más profundos antes de pensar en ello.
¿Qué trabas existen para incorporar más a los dirigentes en las decisiones de ciudad?
En Chile no estamos acostumbrados a participar efectivamente; falta educación cívica en los colegios, falta confianza en las instituciones (que se ha perdido) y faltan espacios de encuentro y participación, por lo que no puede ser una sorpresa que a los dirigentes de los sectores más vulnerados no se les visualice discutiendo respecto de la construcción de ciudad. Es por eso que los consejos ciudadanos que se están desarrollando son tan relevantes, porque de alguna manera, inician el camino para ir desarrollando espacios de encuentro transversales.
En Chile ya sea a nivel electoral o en organizaciones sociales la participación ciudadana es baja. De hecho, según nuestros registros de número de organizaciones de la sociedad civil por cada 1.000 habitantes en las ciudades son preocupantes. A modo de ejemplo, en Santiago son 6,15; Copiapó la más baja 1,39 y Temuco la más alta con 24,7. Entre ellas están las organizaciones vecinales ¿Cómo fomentar, potenciar y empoderar a los dirigentes para que sean más protagonistas en las ciudades?
Yo me preguntaría ¿Qué hemos hecho como sociedad para fomentar, potenciar y empoderar a los dirigentes sociales como protagonistas de las ciudades? Y al analizar esas cifras contraponiendo la respuesta a esta pregunta, sin ser creyente, los porcentajes me parecen un milagro.
Lo primero es potenciar espacios de encuentro, de discusión, de formación, pero no para completar una lista o sacar una foto, sino para generar una participación efectiva, dónde se fomente el involucramiento y se entienda que los ciudadanos de Chile lamentablemente no estamos en los mismos peldaños de la escalera de incidencia y que por lo mismo el deber de la sociedad civil es formar para “emparejar”.
Para finalizar, ¿Qué mensaje o saludo le dejas a todos los dirigentes vecinales?
Este día del dirigente es distinto. No podremos celebrar como lo hemos hecho en otras ocasiones con grandes reuniones o compartiendo con nuestras comunidades.
Sin embargo, este día, en medio de una pandemia que nos obliga a mantener distancia física, ha dejado una vez más de manifiesto la fuerza, el empuje y la vocación que hay detrás de cada dirigente, líder y lideresa comunitaria, con las diversas acciones que hemos podido evidenciar en los barrios en los que trabajamos. Ollas comunes, redes de colaboración, entrega de cajas de alimentos, panaderías comunitarias y tantas otras acciones que ponen en valor la acción colectiva de cada barrio y el empuje de sus dirigentes.
En nombre de todos y todas quienes hacemos Junto al Barrio, les deseamos un muy feliz día a los dirigentes sociales y les damos las gracias por tanta creatividad, perseverancia, empatía y solidaridad que son la base de cualquier acción colectiva.