Por Javier Morales, director ejecutivo de la fundación Junto al Barrio.
*Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten, y no representan necesariamente el pensamiento del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano.
La discusión sobre el tipo de ciudad que estamos construyendo está entrando cada vez con más fuerza en los ciudadanos. Esto, por un lado, tiene que ver con las condiciones actuales, que hacen que miles de personas vivan excluidas y sin acceso a los beneficios que ésta podría entregar, haciendo urgente velar por más y mejores políticas públicas que logren disminuir la inmensa desigualdad territorial que existe en nuestro país. Por otro lado, se debe a la forma como hoy los ciudadanos somos más conscientes del espacio en que habitamos, donde los actores que participan en la discusión no son los mismos de antes, dado que existe una sociedad civil mucho más empoderada, con organizaciones de base que aportan perspectivas diferentes y visiones complementarias en esta discusión.
Los próximos años serán de muchos cambios en esta materia. Tendremos un alcalde mayor que podría —eventualmente— velar por una planificación regional integrada; se asignarán zonas de inversión prioritaria para que lleguen más servicios y bienes públicos a las periferias; se modificarán los actuales instrumentos de planificación territorial acorde a nuevas normativas que entrarán en vigencia, junto con la modificación constante de los programas actuales para acceder a viviendas y por cierto, la necesaria garantía de estándares urbanos a los proyectos públicos y privados que se generen, por nombrar algunos.
Considerando este escenario, creemos que, para poder construir futuro, tenemos que aprender de los errores del pasado. No podemos caer en la ceguera intelectual de ignorar el conocimiento de los mismos habitantes, sobre todo en los lugares más segregados que hoy siguen sufriendo las consecuencias de políticas mal diseñadas de las que ni siquiera fueron consultados. Debemos tener en cuenta cómo los saberes que tienen las personas que habitan nuestras ciudades pueden ser parte de las respuestas a los problemas urbanos. Tenemos que reconocer que existen dinámicas de convivencia, movilidad, lazos sociales, apropiación e identidad para con el hábitat que deben ser incorporados a la discusión y desde ahí re-pensar y diseñar la ciudad. No sólo para evitar cometer los errores del pasado, sino porque tenemos la profunda convicción que esta es la forma de hacer política urbana y lograr mejores resultados sin dejar a nadie fuera.