Hace un año, el 1 de octubre de 2019 se constituyó el Consejo de Desarrollo Urbano Biobío. El primero a nivel nacional. Un espacio que desde su creación busca ampliar la discusión y la entrega de soluciones, desde una perspectiva local e incorporando a actores que disponen de mayor y mejor información de la realidad de cada lugar.
Entre los veinte consejeros está presenta Claudia Hampel, arquitecta formada en la Universidad del Biobío y en la actualidad académica de la Universidad de Concepción, quien además cuenta con una vasta experiencia laboral y conocimiento de la región.
Junto a ella revisamos este año de funcionamiento del Consejo de Desarrollo Urbano Biobío, la importancia de abrir este espacio, los caminos a seguir para lograr una mayor eficiencia en su trabajo y, extensamente, de los conflictos urbanos de la región, que se acrecentaron bajo la crisis sanitaria.
El Consejo de Desarrollo Urbano de Biobío fue el primero en constituirse en todo el país. ¿Qué importancia tiene la creación de esta entidad para la región y cuáles son sus expectativas?
No cabe duda el aporte del CNDU como consejo asesor presidencial en materia de ciudad, planificación y desarrollo urbano, que impulsa nuevos enfoques y políticas públicas apuntando a mejorar la calidad de vida en nuestras urbes.
Dados los ámbitos diversos y multidimensionales de sus propuestas, como las contenidas en la Agenda Social Urbana, éstas requieren de un apoyo sustancial e integrado para su implementación exitosa a nivel país. En tal sentido, entendiendo que cada región por sí misma constituye un universo complejo de alta diversidad, me resulta imprescindible una mirada local en la formulación de propuestas que surjan ajustadas a las condicionantes de cada realidad para que puedan ser efectivas en los contextos existentes a lo largo del territorio. Es aquí donde los Consejo de Desarrollo Urbano Regional permiten descentralizar el sistema como ente técnico asesor de la autoridad regional, aportando a la capacidad de aunar y fortalecer criterios con enfoque local en la construcción de políticas públicas que permitan el cumplimiento de objetivos del CNDU en forma más contextualizada.
La puesta en marcha del CDU Biobío impone un desafío que trae consigo la oportunidad de avanzar hacia una mejor región, trabajando desde su potencial, carencias y fortalezas. No obstante, para asegurar la eficiencia de estos consejos regionales, es fundamental que a éstos se les asignen recursos para su funcionamiento, de modo de contar con un equipo técnico que les otorgue seguimiento y continuidad a las materias que aborden, que sistematice su operatividad, la construcción de acuerdos y el cumplimiento de compromisos y objetivos.
Aunque suene contradictorio para algunos especialistas la pandemia entrega una oportunidad para hacer cambios en nuestras ciudades ¿Qué pasos deberíamos fomentar en las ciudades de la región del Biobío?
Así es, en Chile no resulta novedoso hablar de riesgos y catástrofe, menos aún en nuestra región. Lentamente aprendemos a enfrentar una condición adversa buscando algo positivo en ella, con mayor capacidad de resiliencia y sacando un aprendizaje que permita impulsar cambios necesarios para estar mejor preparados y resistir un próximo desastre. La actual crisis sanitaria ha dejado una vez más en evidencia varios problemas de nuestras ciudades, como son las vulnerabilidades de aquellos sectores que se han visto más fuertemente afectados, que presentan carencias en vivienda, barrios con niveles de hacinamiento y segregación, con bajos estándares de desarrollo urbano y espacio público. En algunos casos, ha sido por la extensión desregulada de la ciudad, con barrios periféricos carentes de servicios y equipamiento y distantes del centro, cuyos habitantes requieren largos traslados dependiendo de sistemas de transporte saturados y poco eficientes que aumentan el riesgo de salud de sus usuarios. En otros casos, es la densidad de sectores altamente poblados, con condiciones deficientes de habitabilidad en edificios o barrios de baja calidad de vida, afectando igualmente el riesgo de salud de sus habitantes.
La pandemia confirma la necesidad de controlar el desarrollo de la ciudad, resguardar una densidad equilibrada en sus centros urbanos y optimizar la dotación de servicios, espacio público y área verde en todas las escalas de la ciudad. También se hace latente descentralizar nuestras ciudades evitando la dependencia de un centro mayor, más bien fortaleciendo centros de menor escala distribuidos en sus distintas comunas y barrios, e integrados entre sí potenciando sistemas más sostenibles y autónomos en armonía con las comunidades que los habitan.
Concepción, Talcahuano y Los Ángeles son las comunas con mayor déficit habitacional de la región. En tanto Lota, Penco y Hualqui son las que tienen más tasas de hacinamiento. Esta es una urgencia a nivel nacional y que se acrecienta con el aumento de campamentos. ¿Qué particularidades observas en la región del Biobío para abordar esta problemática?
El emplazamiento del Gran Concepción nos sitúa en una condición que no dispone de grandes reservas de terreno para expansión urbana. Estamos instalados en una cuenca rodeada de cerros y cordones montañosos, bien dotada de recursos naturales, sistemas hídricos y borde costero, cuyas planicies disponibles ya se encuentran urbanizadas. Esto que constituye una fortaleza evidente, es a su vez una condicionante que requiere de una planificación urbana muy estratégica y sensible, para promover la preservación de esta riqueza natural en armonía con el desarrollo urbano, permitiendo que sus centros poblados y barrios puedan acoger la creciente demanda por vivir en ellos. En este sentido es clave la planificación con una mirada integral de las necesidades existentes en cada comuna del área metropolitana, para determinar cuidadosa y estratégicamente sus áreas de crecimiento y zonas de mayor densificación, generando ciudades inteligentes que permitan un desarrollo habitacional velando por un equilibrio con las condiciones que le son propias a esta capital regional. Esto hace que las densidades habitacionales permitidas en sus centros poblados deban ser bien estudiadas para dar lugar a un desarrollo sostenible, como asimismo la extensión urbana debe ser controlada para integrarse armónicamente con los recursos naturales. Esta ecuación de crecimiento equilibrado requiere necesariamente de una mirada integral y multisistémica que considere todas las variables en juego.
A diferencia de otras capitales Regionales, en el Gran Concepción, al igual que en Santiago, conviven varios gobiernos comunales. ¿Cuál es tu mirada frente a voces que proponen la figura de un alcalde mayor para ordenar y agilizar cambios? ¿Crees que en el caso del Gran Concepción es necesaria?
Hace muchas décadas que requerimos que se constituya la figura de una autoridad superior para el Gran Concepción. Desde tiempos en que en la municipalidad de Concepción funcionaba el Directorio Urbano como ente público-privado que asesoraba al alcalde en materias relevantes de ciudad, existía la gran limitante de acotar su mirada exclusivamente al ámbito comunal, restringiendo en materia de desarrollo urbano la posibilidad de abordar propuestas en forma aislada, desconociendo su carácter sistémico e integrado de la ciudad como totalidad. A estas alturas, ya es urgente el viejo anhelo de un alcalde mayor con amplias atribuciones como autoridad intercomunal, cuyo rol esté bien definido y sea vinculante, con recursos asignados y facultades para gobernar con autonomía del nivel central.
Existen altas expectativas, y sería muy decepcionante que se trate simplemente de agregar una nueva autoridad o figura pública (o política) sin una definición clara de sus responsabilidades y más bien sumando autoridades que continúen en una gobernanza fraccionada o a medias, lo que redunda en burocracia y no aportaría en nada. Necesitamos avanzar en la línea de lo que se propone para las nuevas áreas metropolitanas, promover un desarrollo armónico intercomunal multisistémico, con una visión global e integrada de sus comunas y entornos, que permita planificar sus proyecciones como centro residencial y de servicios, portuario e industrial, universitario y recreacional, con toda la riqueza de sus valores naturales y medioambientales, culturales, sociales e históricos, y con el potencial económico que le garanticen un futuro sostenible.
¿Cómo lograr que el CDU también aborde temáticas para otras urbes fuera del radio del Gran Concepción y no caer en la mirada centralista regional?
En las sesiones realizadas ya hemos advertido este punto y la necesidad de incorporar al CDU representantes de las demás ciudades de la región, del Los Ángeles, de Arauco, lo cual será fundamental para evitar esa mirada centralista que tanto criticamos y en la cual es muy fácil caer, dadas las grandes demandas que ya existen en nuestra propia capital regional.
Es preciso entender que la enorme complejidad de esta región requiere hacer un esfuerzo (e inversión) muy especial en impulsar una coordinación y representación adecuada de todo su territorio, con sus centros poblados, comunidades y valores. Lo apunto porque ya fracasamos una vez cuando sufrimos la división y salida de la provincia de Ñuble, hoy convertida en región, y no podemos repetir este error. Es aquí donde me parece que el Consejo de Desarrollo Urbano Regional puede hacer un aporte, impulsando una gobernanza mejor articulada y representativa de los distintos sectores que integran y administran el territorio regional.
Mientras Concepción y San Pedro de la Paz tienen más de 7 m2 de áreas verdes por habitantes, Penco, Hualqui y Tomé tienen menos de 2 m2. ¿Qué tan importante es para el desarrollo de una ciudad saludable disponer de más áreas verdes, mantener un equilibrio con el medio ambiente y generar infraestructura verde?
La precariedad social, económica y urbana de algunas ciudades se ve compensada con la riqueza del entorno natural en el cual éstas se emplazan. Es el caso del Gran Concepción, cuyo marco natural constituye un factor de identidad fundamental que permite fusionar paisaje y arquitectura, donde la complementación de geografía y ciudad nos mantiene comunicados con nuestras raíces. En la preservación de estos valores debe a mi juicio centrarse el desarrollo de la ciudad y el trazado de corredores verdes que vinculen sus comunas con sus distintas particularidades. Teniendo a la vista la importancia de sus cerros, ríos, lagunas, humedales y borde costero, los necesarios equipamientos de parques, plazas e infraestructura verde debieran integrarse en sistemas que los complementen, vinculen y tornen accesibles.
Esta base natural brinda a la ciudad muchas posibilidades para ser diversa, entretenida y bella, lo que se logra en la medida que sus espacios urbanos, barrios y edificaciones, se desarrollen en armonía con ella. Y si bien, para conseguir este objetivo se espera que la planificación urbana sea el pie fundamental que impulse las iniciativas requeridas, ello no puede ir sin el apoyo del sector privado, de las comunidades y de la voluntad consensuada de sus autoridades. En tal dirección debieran apuntar también nuevas tendencias arquitectónicas, con proyectos más innovadores en tecnologías para un crecimiento armónico que incorpore recursos como techos verdes, jardines verticales, arborización y muchos otros, que aporten a un desarrollo saludable y sostenible brindando a sus habitantes la posibilidad de mejorar sustancialmente su calidad de vida.
Usualmente hablamos de las distancias físicas en las ciudades, sin embargo, la pandemia evidenció que la brecha digital es un tema esencial para el funcionamiento de las urbes. Los Ángeles (420 por mil viv.), Hualqui (375 por mil viv.), Nacimiento (355 por mil viv.) y Santa Juana (54 por mil viv.), tienen bajas tasas de conexiones fijas por vivienda. ¿A qué se debe esta situación, qué pasos deberíamos dar y qué otros indicadores o situaciones crees que deberíamos poner más foco en la planificación de las ciudades?
La pandemia efectivamente aceleró los procesos de digitalización en las ciudades. Ante la obligatoriedad de confinamiento que de alguna forma llevaba a detener el sistema, fue la opción del trabajo remoto la que permitió dar continuidad a muchas actividades que siguieron desarrollándose en modo digital. Si bien, existían empresas que traían modalidades de trabajo a distancia, esto forzó su amplia e inmediata implementación masificándose en muchos ámbitos, por ejemplo, en el rubro de la educación, entre otros, trayendo consigo cambios relevantes en los sistemas de vida de las personas, lo cual conlleva impactos importantes en el funcionamiento de nuestros sistemas urbanos. Con esto, la conectividad digital viene a instalarse como nuevo requerimiento de la ciudad post pandemia, transformándose en adelante en un requisito esencial de todo centro poblado.
Un desafío que a mi parecer, ya han tomado las compañías de telecomunicaciones en sus estrategias de servicios para enfrentar demandas de cobertura y conectividad y cubrir nuevas necesidades que afectan de manera desigual a poblaciones con menos recursos o más alejadas, siendo imperioso velar por que éstos sean servicios cada vez más inclusivos y asequibles.
Interesante me parece el análisis de lo que implica la transformación de tantos procesos urbanos que vienen a modificarse y las múltiples oportunidades que con ello surgen, por ejemplo, de activar, a partir del trabajo en casa, la descentralización en todas sus escalas, en cuánto ya no sea relevante estar siempre presencialmente en los lugares de trabajo o estudio, ni en los centros económicos o de servicios, y cuando exista una posibilidad de prescindir de desplazamientos en forma significativa, ¿cómo se adaptarán a ello nuestros sistemas urbanos? Allí tenemos un desafío interesante para nuevas formas de habitar. El mundo digital altera muchos paradigmas que hacen que hoy estemos viviendo momentos de cambios históricos, frente a los cuáles tengo una percepción más bien positiva, en la medida que sepamos encausarlos como un reto a una mejor calidad de vida de las personas para avanzar hacia sistemas urbanos cada vez más sostenibles en todo ámbito.