Difícilmente podríamos haber imaginado el año 2018 los desafíos de una secuencia de hechos significativos e inesperados ocurridos meses después en el país y en el mundo. Primero el estallido social, luego la pandemia del Covid19, el explosivo aumento del déficit habitacional y de los campamentos precarios, que situaron a las ciudades como protagonistas de un momento difícil e histórico para el país. Todo ello ha sido una prueba muy exigente para el CNDU, su equipo técnico, sus capacidades, su rol e institucionalidad.
En un primer momento y antes de la ocurrencia de estos desafíos, el CNDU fijó sus prioridades en la implementación de los lineamientos de la PNDU, dando continuidad al gran trabajo realizado en el periodo anterior. En una primera instancia nos motivó fortalecer los espacios de convocatoria y colaboración entre actores, ampliando los espacios de diálogo con la creación de la mesa de organismos ciudadanos, invitando al debate de ciudad a las instituciones académicas, gremiales y sociales, y tratando de descentralizar la discusión con la creación de los consejos regionales de desarrollo urbano. En este primer momento, nuestra atención se focalizó en 16 campos de acción, por cierto, muchos, pero fue imposible renunciar a alguno de ellos viendo la realidad de nuestras ciudades.
El estallido social de octubre de 2019 cambió nuestros planes, significó concentrar toda la atención y energía del CNDU en un nuevo escenario de prioridades, asumiendo sentidamente que parte importante de las demandas que movilizaban a la ciudadanía, emplazaban a las políticas urbanas a una mayor equidad y justicia en las ciudades.
Este ha sido un momento histórico marcado por una enorme épica, que visibilizaba la advertencia que la PNDU hiciera el año 2014 sobre la enorme inequidad existentes en las ciudades chilenas. Abrimos un espacio de discusión y convergencia importante expresado en la elaboración de nuevas propuestas para las ciudades, contenidas en la “Agenda Social Urbana”, y que estamos esperanzados que servirán de apoyo a las discusiones venideras sobre las políticas públicas de vivienda y ciudad.
Tan solo cinco meses después, se extiende por todo el mundo la amenaza de una pandemia sin precedentes recientes y nuevamente las ciudades parecieran ser agentes relevantes de lo sucedido. La pandemia del Covid19 puso a prueba las ciudades, y evidenció la profundidad de sus inequidades, movilizando al CNDU a reflexionar y sugerir acciones inmediatas, pero también a avanzar en la planificación de ciudades más saludables, aun cuando esto demande mucho tiempo para su concreción. Creemos que existe un antes y un después de este momento histórico, reforzando nuestra convicción respecto a que las ciudades deben asegurar a las personas una justa proximidad en todos los barrios a servicios básicos, a un transporte sustentable y un medio ambiente saludable.
Como parte de esta emergencia Chile experimentó un explosivo aumento de los campamentos precarios, sumado a más de 80.000 familias viviendo esta condición, y otras viviendo en condiciones de hacinamiento sin poder acceder a una vivienda. Este momento de crisis humanitaria por la vivienda, encontró tres espacios de acción sugeridos por el CNDU; en primer lugar, realizar cambios profundos a los instrumentos de planificación territorial con la creación de una Ley de Regeneración Urbana; segundo, avanzar en propuestas inmediatas en la mesa de diálogo por la vivienda y ciudad convocada por el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo; y tercero, aportar a la discusión constitucional para avanzar en una propuesta de reconocimiento del derecho a la vivienda y ciudad.
Pero todos estos desafíos han estado en forma silente acompañados por el cambio global climático. Este sitúa a las ciudades como uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y ellas son las principales demandantes de energía del planeta. El CNDU acuerda avanzar decididamente en la formulación de propuestas para transformar las ciudades en carbono neutrales y resilientes. Aun cuando esta meta se alcance sólo el año 2050, es necesario desplegar hoy todas acciones y ajustes en los instrumentos de planificación y gestión de las ciudades para su logro, antes de que sea demasiado tarde.
Nos alegra dejar un sistema de estándares e indicadores de desarrollo urbano SIEDU consolidado, en un trabajo en conjunto con el INE. Con 91 indicadores de medición para 117 comunas del país; un nuevo índice nacional de Déficit de Ciudad y una plataforma de Reportes por Ciudad, contamos con una herramienta poderosa para mejorar la toma de decisiones y reducir las brechas en la calidad de vida de las ciudades.
Al finalizar este proceso hemos tratado de hacer justicia y abordar una materia largamente postergada como lo es el espacio público. Nos ha motivado sugerir un conjunto de propuestas para cambiar la mirada y el rol de ellos en la gestión actual de las ciudades.
Apostamos a entender el espacio público como el lugar para el ejercicio y desarrollo de las virtudes sociales, más allá de su importante rol funcional que hace posible las dinámicas propias de la ciudad. Esto no será fácil ni inmediato, pero necesitamos iniciar ese camino hacia la transformación profunda y virtuosa de las ciudades.
Nos alegra haber iniciado la construcción de una red de consejos regionales, con la genuina convicción de entender la realidad de las ciudades chilenas desde las regiones y sus singularidades. Estamos seguros que el CNDU puede colaborar en el proceso de descentralización y regionalización de los desafíos de las ciudades chilenas.
Agradecemos a todas las consejeras y consejeros por el apoyo, compromiso y generosidad intelectual para colaborar con los desafíos del CNDU. También, a los integrantes de la mesa de organismo ciudadanos, a los cientos de colaboradores que sumaron sus conocimientos en los grupos de trabajo temáticos, y a todas las regiones que confían en la creación de los Consejo Regionales de Desarrollo Urbano, como una oportunidad de descentralizar la discusión de ciudad. Agradezco muy especialmente a todo el equipo de la secretaría ejecutiva por su profesionalismo, compromiso e inmenso cariño por la labor del CNDU.
Dejamos tareas pendientes, algunas recién iniciadas y otras postergadas, como la actualización de la PNDU, a la espera de las directrices de una nueva Carta Fundamental para Chile. Ofrecemos a quienes asuman la noble tarea del nuevo periodo del CNDU todo nuestro apoyo y les deseamos el mayor de los éxitos.
El CNDU es un patrimonio de Chile.
Sergio Baeriswyl Rada
Presidente del CNDU, 2018-2022